viernes, 27 de junio de 2014

Gato por liebre




Por María Luján Bautista




Recientemente se realizó en nuestro Departamento un taller denominado “Perspectiva de Género y Nuevas Masculinidades”, a cargo de un Psicólogo integrante del Consejo Nacional de la Mujer y del área de Mujer y Género. A dicho taller asistieron jóvenes de 4º y 5º año de secundaria. Nuevamente nuestros jóvenes sanrafaelinos se vieron expuestos a la ponzoñosa “Teoría –o Perspectiva– de Género”, que viene infiltrándose en sus cabezas desde hace años (http://www.diariosanrafael.com.ar/sociales/7882-actividades-en-el-dia-de-accion-por-la-salud-de-las-mujeres; http://now-events.net/ar/page/825390). Tuvo lugar, por cierto, en el "Honorable" Consejo Deliberante de nuestra ciudad.

 

Luego de que todos se presentaran, el psicólogo a cargo del taller, mostrándose compadrón desde el inicio, comenzó a tocar el tema del “género” pidiendo dos voluntarios, un varón y una mujer, para jugar al “dígalo con mímica”, en el cual el varón debía interpretar a una mujer y la mujer interpretar a un varón (siempre tan originales), papeles que ambos jóvenes representaron con vergüenza.

¿Adónde llevaba este jueguito? A “demostrar” lo que hace tiempo quieren imponer: que el hombre es hombre y la mujer es mujer sólo por una coacción cultural.

En esto es en lo que se basan los defensores de dicha “Teoría”.

Existen DOS sexos diferenciados por caracteres anatómicos distintos; pero junto al sexo, existiría el “género” masculino o femenino, que implica los papeles desempeñados por los individuos en la sociedad, papeles que son resultado de la interacción entre la cultura y la naturaleza. Pero desde hace tiempo, el término “género” ha adquirido un concepto cada vez más equívoco, mostrándolo como producto exclusivo de la cultura.

Nos encontramos frente a una revolución cultural en la cual, bajo un aparente interés de “construir la cultura de la igualdad”, se DECONSTRUYE la cultura y la persona, vaciando la esencia de la idea de Mujer y la de Hombre. Ello ocurre, por cierto, manipulando la biología, ya que para estos sujetos pensar que la sexualidad natural es la heterosexualidad es otra construcción social biologizada y que por más que todas las células del cuerpo griten que se está frente a una mujer, ésta puede sentirse hombre y por lo tanto serlo (“un hombre atrapado en el cuerpo de una mujer”) y viceversa, porque la naturaleza estorba.

¿Cómo se lleva a cabo esta revolución? Tomando conceptos, vaciándolos de su contenido, y empleándolos significando, en muchos casos, todo lo contrario, o con una connotación negativa, o dándoles un nuevo sentido. Luego solo basta repetirlo la cantidad de veces necesaria para que todos se adapten a dicho concepto.

Y así es como nos quieren vender “gatos por liebres”, legalizando la perversión y enarbolándola como un “derecho”.

Y así es como nuestro país ha promulgado leyes que amparan estas prácticas contrarias a la naturaleza, ridiculizando al Orden Natural.

La meta es llegar a una sociedad sin clase de sexo, por medio de la deconstrucción del lenguaje, de las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión, la cultura, etc.

El medio más eficaz que utilizan para lograrlo es la destrucción de la Familia y la desconstrucción de la Educación, donde han ganado terreno con una rapidez alarmante, ya que desde Nivel Inicial se está enseñando esta peligrosa “perspectiva”.

Gran parte de la sociedad se ha acostumbrado, e incluso ha aceptado esta “Perspectiva de Género” y ya no la combate, porque ya no horroriza, al punto de juzgar de “INTOLERANTES” a quienes defendemos el Orden Natural, al punto de escandalizarse cuando nos atrevemos a decir que la práctica homosexual, el lesbianismo y el transexualismo van contra la Naturaleza.

Es por eso que debemos salir de nuestro adormecimiento y despertar a los demás para alzarnos contra esta ideología que busca, a fin de cuentas, destruir a la Familia, destruir a la Sociedad. Estamos a tiempo de cambiar el panorama, de volver a la Verdad, o por lo menos de atenuar el daño hecho.

Recordemos que Dios perdona siempre, el hombre a veces, pero la Naturaleza nunca.


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